viernes, febrero 29, 2008

Sardinas ayudan a controlar niveles de gas metano en la atmósfera
Las "humildes" sardinas tienen un importante papel contra el calentamiento global del planeta, ya que se comen unas algas que emiten altas cantidades de gas metano, según un estudio del Instituto Pew.


Si los seres humanos hubieran respetado al pescadito, las costas del oeste de Africa o las del norte de California hubieran corrido otra suerte bien diferente en la producción de gases de efecto de invernadero.

A esta conclusión llegaron los investigadores del Instituto Pew para las Ciencias Oceánicas en un estudio publicado en la revista científica "Ecology Letters", el primero que eleva, por así decirlo, el "estatus" de la sardina.

La relación del pescado con respecto al calentamiento global del planeta nada tiene que ver con la de animales como las vacas o las ovejas, cuyas "emisiones" de metano contribuyen al "efecto invernadero".

Lejos de ello, las sardinas ayudan a mejorar la situación. O mejor dicho, lo harían si no se hubieran pescado de más.

Esto es así porque una población numerosa de sardinas engulle el pitoplancton, los vegetales microscópicos que forman parte del plancton, o la flora acuática.

Sin la acción de las sardinas, este pitoplancton se hunde hasta el fondo y se descompone en un proceso en el que produce gases metanos y sulfuro de hidrógeno, que llegan hasta la superficie en forma de grandes nubes.

El sulfuro de hidrógeno es un gas que huele a huevos podridos y que puede envenenar a los peces y despojar al agua de oxígeno a medida que va avanzando hacia la superficie.

Pero la acción del metano es todavía más perjudicial para el medio ambiente, ya que es 21 veces más efectivo que el anhídrido carbónico -uno de los principales responsables del "efecto invernadero"-, para retener calor en la atmósfera, lo que a la larga produce el cambio climático.

Los investigadores observaron la relación entre las sardinas y el "efecto invernadero" cuando investigaban lo ocurrido en las costas de Namibia, que en su día tuvieron una abundante población de sardinas, hoy arrasada, y donde se registran grandes erupciones de gas metano.

"Es alentador que una pausa temporal en las emisiones de metano coincida con una abundancia en la población de sardinas", dijo Andrew Bakun, uno de los autores de la investigación.

"El estudio demuestra que la sobrepesca de una especie, como la sardina, puede alterar profundamente todo el sistema ecomarino", dijo Ellen Pikitch, directora del instituto, que recordó que las costas de California en su día también alojaron grandes cantidades de este pescado.

Bakun, de la Universidad de Miami, en EEUU, y Scarla Weeks, de la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, evaluaron la situación en 16 zonas de todo el mundo, entre ellas la costa de Mendocino, al norte de California, un lugar donde los riesgos de que se produzcan emisiones gaseosas similares a las de Namibia son muy elevados.

Esta no es la primera vez que se descubre cómo un pequeño animal puede influir indirectamente en el calentamiento global del planeta.

Un equipo de científicos australianos descubrió hace dos años un microbio que habita en el estómago de los canguros y que es responsable de que estos marsupiales emitan una cantidad de metano menor que la producida por las vacas y ovejas.

Tras este descubrimiento, los expertos contemplaron la posibilidad de introducir la bacteria en otros animales que emiten mayor cantidades de metano, un gas que también se incorpora a la atmósfera por la extracción de combustibles fósiles o la disposición de basura residual.

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