“LA FIESTA DE HOY NOS RECUERDA QUE TODOS ESTAMOS LLAMADOS A SER SANTOS”
Celebración de la Solemnidad de Todos los Santos en la Basílica Catedral de Piura
Desde muy temprano los fieles piuranos se congregaron en la Basílica Catedral para celebrar la Solemnidad de Todos los Santos y participar en la Santa Misa presidida por nuestro Arzobispo, Monseñor José Antonio Eguren, S.C.V, quien recordó que la santidad es la vocación originaria de cada bautizado.
“La Fiesta de Todos los Santos nos eleva la mirada hacia el cielo, hacia la dimensión de la eternidad, de la santidad. Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, somos llamados a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Dios. La santidad no es sólo el privilegio de algunos, todos estamos llamados a ser santos en razón de nuestro bautismo”, afirmó.
En seguida Monseñor Eguren explicó a los fieles ¿Quién es el santo?: “Es aquel que ha configurado, aquel que ha conformado plenamente su vida la de Cristo. Es aquel que vive en Cristo y Cristo vive en él. Es aquel que con san Pablo puede decir ‘vivo yo, más no yo, es Cristo quien vive en mi’. Es aquel que se ha configurado tan íntimamente con el Hijo de Dios que llega a pensar como Cristo, a sentir como Cristo, a actuar como Cristo, siendo en todo semejante a Él. Es aquel que descubre que Cristo es la medida de su vida y coopera con la gracia de Dios, trabajando arduamente para llegar a ser como Él. El santo es aquél capaz de transformar el mundo”
Nuestro Arzobispo señaló que hoy es también ocasión para meditar en la comunidad de Todos los Santos, quienes a través de sus diferentes recorridos de vida, van indicando diversos caminos de santidad con el único anhelo de seguir a Cristo y conformarse con Él: “Ellos que constituyen la Iglesia Triunfante interceden por nosotros que conformamos la Iglesia Militante. Con el poderoso testimonio de sus vidas y su constante intercesión, nos sostienen en nuestras luchas, nos alientan en nuestro peregrinar y en nuestros esfuerzos de la vida cristiana, para que nosotros también alcancemos la santidad”.
Monseñor Eguren exhortó a los fieles a pedir a Dios que en esta Fiesta de Todos los Santos “imprima en nuestros corazones ardientes deseos de santidad, ardientes deseos de seguir a Cristo y llegar a ser uno con Él. Que podamos imprimir en nuestros corazones el compromiso serio y responsable por ser santos para que con la acción de la gracia y el empeño y la perseverancia de cada uno, podamos transformar nuestro ser en el de Cristo, hombre nuevo y perfecto”.
Ante la imagen del Señor de los Milagros, que hoy salió en procesión en uno de sus últimos recorridos por las calles de Piura antes de ser guardada en la Capilla Arzobispal de la ciudad, Monseñor Eguren recordó a los presentes que después de la penitencia a la que nos llamó Jesús durante el mes morado, “el Señor de los Milagros nos deja la tarea de acoger la gracia y esforzarnos por ser mejores cristianos, por ser más santos en la vocación y estado propios. Ese es el sentido de la procesión con esta hermosa imagen: seguimos al Señor, caminamos junto a Él porque queremos terminar este peregrinaje terreno para alcanzar la patria definitiva, aquella que apunta al cielo, la Jerusalén celeste donde está Cristo con todos los santos”.
CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS – 2 DE NOVIEMBRE
Monseñor Eguren recordó que el día 2 de noviembre es el día en el que conmemoramos a nuestros seres queridos que nos han dejado y a todas las almas que están en el purgatorio en camino hacia la plenitud de la vida.
Nuestro Arzobispo alentó a los fieles a elevar nuestras oraciones por todos los difuntos, conocidos y no conocidos, especialmente por todos aquellos que no tienen a nadie que rece por ellos. “Nuestra oración por los difuntos es necesaria, en cuanto ella no sólo los puede ayudar, sino que al mismo tiempo hace eficaz su intercesión en nuestro favor”, aseguró.
Finalmente, Monseñor Eguren confió a Santa María, Reina de Todos los Santos, nuestros esfuerzos por alcanzar la santidad a la que estamos llamados, y su maternal intercesión por aquellos seres queridos que ya partieron a la Casa del Padre.