Navidad en nuestro corazón
Por: Padre Gonzalo Len*
Los anuncios siempre nos hablan de la "magia" de la Navidad. Si la Navidad fuera irreal como la magia, es decir, una ilusión, en verdad, no habría por qué estar alegres. La Navidad sería una especie de teatro. Pero la Navidad, siendo un misterio de salvación, es un hecho histórico porque celebra el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios en medio de los hombres.
Lo importante de entender es que la Navidad no es algo meramente humano, siempre limitado. No es una bonita tradición que, cual cuento de hadas, nos alegra superficialmente cada año, sobre la base de una reunión familiar, unas frases motivadoras, una rica comida y un compartir de regalos. No hay duda de que todo esto es muy especial, pero si nos quedamos en eso no sería suficiente para todos sino más bien una injusticia para unos y una fugaz alegría para otros. Y lo distinto de la Navidad es que en esa fecha hay algo (más bien alguien) maravilloso para todos y que nada ni nadie nos puede arrebatar.
Tenemos que hacer que la Navidad sea la Navidad. Saber quitar el ruido y las prisas para que podamos percibir este acontecimiento en sí mismo grandioso y dejar que entre en nuestro corazón. Cuando uno contempla al Niño Jesús, tan sencillo, frágil e indefenso en su humilde portal de Belén, no puede sino maravillarse. Y si, una vez más, descubrimos que es el Hijo de Dios, pues no hay duda de que el nacimiento tiene mucho que decirme y tanto por alegrarme.
En Navidad ese es el gran regalo que recibe cada uno. A nadie que quiera se le priva de ese don. Allí está, para todos. No se acaba ni se gasta. No está viejo ni pasado de moda. Sus formas humildes y sencillas hacen resaltar aun más su eterna novedad y riqueza. Dios se ha hecho hombre, se ha hecho pequeño como nosotros para hacernos grandes como Él. Ha venido al mundo para que no estemos solos, sino con la compañía de Dios, que ya no está lejos. Se hizo hombre en el vientre de María y ha nacido en Belén para sanar nuestras heridas, liberar nuestras cadenas, amarnos hasta el extremo y darnos su vida abundante. Esa es la gran fiesta que celebramos, el gran don que nos alegra porque todos lo recibimos.
Hoy 25 celebramos la Navidad y tenemos toda la semana que comenzamos, conocida como la octava de Navidad, para que nos permita "entrar" en este misterio y acogerlo. Tenemos la oportunidad de ser uno más del Belén de nuestras casas y contemplar al Niño Jesús para que pueda nacer en nuestros corazones. Que podamos sintonizar en oración con este acontecimiento y dejemos que la alegría de la presencia de Dios nos haga mujeres y hombres nuevos. Esta presencia, no lo olvidemos, puede sanar toda herida, acompañar toda soledad, iluminar cualquier oscuridad, endulzar cualquier amargura. Dios es capaz de todo eso y de mucho más. Por nuestra parte, es cuestión de dejarlo entrar en nuestro corazón.
(*) RECTOR DE LOS COLEGIOS SAN PEDRO Y VILLA CÁRITAS.
http://elcomercio.pe/impresa/notas/navidad-nuestro-corazon/20091225/385754
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