lunes, octubre 12, 2009

La corrupción en la política
Por Jorge Apolitano Rodríguez

La falta de ética y las prácticas deshonestas en los diversos estamentos de la gestión pública afectan al desarrollo social y humano, y al mismo tiempo, las más difíciles de ser probadas porque los delincuentes de "cuello y corbata" generalmente nunca dejan pruebas. Es urgente hacer cumplir políticas de controles internos y fiscalización, desde la perspectiva de la administración pública y buscar un buen gobierno corporativo.
La corrupción considerada como un cáncer, no sólo es un acto inmoral y lesivo a los intereses de los países, y de nuestra región, sino que fomenta el subdesarrollo, analfabetismo, pobreza, desnutrición, delincuencia, desempleo y otros males sociales. Frena el crecimiento económico y el bienestar social de la región. Para esto debemos implementar mejores políticas de control interno y fiscalización por parte de la Contraloría.En América Latina por lo general, la corrupción siempre estuvo ligada a la actividad política, desvirtuando de esta manera, el importante rol que cumplen los partidos políticos en la democracia. Es cierto que muchas administraciones gubernamentales (presidentes, congresistas, alcaldes, consejeros y regidores) han abusado de su autoridad para cometer actos delictivos. Como podemos leer en los diarios que un alcalde distrital contrata a su cuñado y luego niega, violando la ley de nepotismo esto es un acto claro de corrupción.La corrupción tiene distintos matices y está en todos los ámbitos. Está en el juez que recibe soborno de los litigantes, en el chofer que paga coima a la policía, en la licitación pública poco transparente. También en el título académico falsificado, y en los políticos que mienten para ocultar sus hechos, como es el caso de una congresista desaforada, que piensa volver con el aval del Poder Judicial, como si nada hubiese pasado.De ahí que la corrupción pretende convertirse en una institución, esto no debemos permitir. La cultura de "Pepe el vivo" es el modelo de vida de algunas personas. Incluso, hay quienes celebran los "logros" alcanzados. Si queremos que nuestros países cambien empecemos cumpliendo las normas que ya están escritas. Los Estados para prevenir actos dolosos y evitar escándalos, han desarrollado estrictas normas de control interno, pero lamentablemente no se cumplen y esto el Gobierno debe trabajar más para combatir esta lacra social, que están metidas en las organizaciones del estado. En América Latina hay ejemplos de cambios profundos. En los años 80, la administración colombiana era considerada como una de las más corruptas en América. El gobierno decidió aplicar el famoso Modelo Estándar de Control Interno (Meci) y la corrupción administrativa se redujo drásticamente. En el caso chileno, ocurrió algo similar ahora está cosechando la presidenta Michelle Bachelet. México hizo lo propio desde el gobierno de Vicente Fox, después de vencer al PRI con más de 60 años en el poder. El lado oscuro lo presentan Venezuela, Bolivia y Ecuador que por estrategia política no consideran prácticas anticorrupción en sus países. El Perú por indolencia e incumpliendo las normas que la tiene dispersas en diversas instituciones se acerca a este último grupo. Cuidado. No olvidemos que el lavado de dinero se fomentaba en nuestro país desde el mismo gobierno en los años ochenta, cuando los "cocadólares" ingresaban vía certificados de depósitos al portador y representantes de los bancos locales viajaban al Alto Huallaga (selva) para comprar "dólares" que estaban más baratos. Los estudios internacionales revelan que solo el 5% de actos de corrupción en una organización pública es causada por fraudes cometidos por empleados de nivel bajo, el 20% son hechos por gerentes, directores y funcionarios, y el 75% por ejecutivos o empleados de nivel medio y alto. Según las investigaciones del Instituto Internacional de Estudios Gerenciales, los delitos son soborno, malversación, nepotismo, dolo, suplantación, falsedad genérica, robo, defraudación de impuestos y abuso de autoridad. Por tal razón urge que funcionarios y empleados estén informados sobre la aplicación de los adecuados controles internos con enfoque de riesgos para que actúen con diligencia en compras estatales y licitaciones públicas, cumpliendo de esta manera con los estándares internacionales que se exigen. El control interno y transparencia es un instrumento de gestión que se debe utilizar para proporcionar garantías razonables en el cumplimiento de los objetivos de las organizaciones del estado peruano. En el Perú, por ejemplo, esto quedó patéticamente retratado cuando veíamos desfilar en los vladivideos a políticos, militares, policías, empresarios, banqueros, broadcasters, etc. que pasaron por la famosa salita del SIN para recibir o intentar negociar su cuota de corrupción. No eran sólo funcionarios públicos los que se comprometieron en actos de corrupción. Era toda una capa social la que se veía involucrada en dicho proceso. El Perú debe imitar a países desarrollados como Noruega, Australia, Canadá, Irlanda, Suecia, Francia, Suiza, Japón y en América Latina a Chile donde la corrupción casi no existe y estos países según el PNUD son los mejores que han crecido económicamente y tienen sus habitantes una mejor condición de vida

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