sábado, marzo 07, 2009





Yo tengo una chancletita


Lic. Miguel Godos Curay



Desde tiempos inmemoriales la vida se sostiene en la polaridad de lo masculino y lo femenino. La dialéctica del día y la noche.


El permanecer y el pasar haciendo caminos sobre la mar como diría el poeta. "Tu representas la tierra yo la olas del mar" dice el huayno. La belleza física de la mujer es un resplandor inasible. Cuando un hombre se prenda de una mujer -advierte Charles Baudaliere- sucede lo mismo que si se sometiera a una tortura o una operación quirúrgica.


Aunque los amantes estén muy prendados y muy plenos de deseos recíprocos. Uno de ellos está siempre menos poseído que el otro. Este es el cirujano o el verdugo. El otro la víctima. Una mujer puede ser atractiva físicamente pero sus sentimientos tienen un substrato químico.


Recientes estudios han revelado que cuando una mujer queda embarazada los mecanismos naturales de defensa del cuerpo se declaran en estado de alerta para expulsar ese elemento extraño que siendo distinto empieza a formar parte de su cuerpo. Se trata de la hormona cortisol, conocida como la hormona del estrés, producida por las células cerebrales del hipotálamo.


Por eso el aparente diminuto ser, envía inmediatamente mensajes al cerebro para atenuar el efecto del cortisol. El cerebro en respuesta emite un neuro transmisor llamado oxitocina, al que se le denomina la hormona de la confianza porque garantiza la continuidad de la vida de este nuevo ser.


Y tal es su poder que si la madre tiene males cardiacos o de otra naturaleza los miocitos, células que forman el cuerpo reconstruyen el corazón o el propio hígado para que la vida pueda continuar sin dificultades y a los 27 días se escuchen los primeros latidos de un vigoroso corazón.


La oxitocina que se acumula en diversas partes del cuerpo despierta en la madre sentimientos de ternura y placer. La ciencia ha permitido visualizar estas expresiones de afecto a través de resonancias magnéticas funcionales y realmente nos quedamos maravillados del milagro de la vida en el cuerpo de una mujer.


Lo curioso es que la oxitocina refuerza el sentido de feminidad y predispone de modo sublime la maternidad. En compensación a este fenómeno bioquímico existe la maternidad espiritual que brota de esa expansión femenina hacia el amor universal. Hemos hablado de biología con argumentos de la ciencia.


Hablemos ahora de la conquista de los derechos de la mujer. La lucha por la reivindicación de la mujer no es reciente. Uno de sus hitos fundamentales, fue la publicación en 1869 del ensayo "The Subjection of Women" (El sometimiento de las mujeres) de pensador inglés John Stuart Mill.


Este ensayo fue traducido en España por doña Emilia Pardo Bazán con el nombre de "La Esclavitud de la Mujer". Este documento analiza las particularidades de la educación femenina y sostiene de modo concluyente que: "la mujer es como ese árbol al que se le podan todas las ramas, para finalmente mirar el ascenso social del marido y los hijos".


La marginación de la mujer, la discriminación laboral, la violencia física y psicológica siguen siendo el detonante de un histórico maltrato. Al que se suma la baja autoestima. El colmo, por ejemplo, resulta que una madre campesina se levante en plena madrugada para los quehaceres domésticos y se recoja pasadas las diez de la noche enseñando a sus hijos.


Sin embargo no cuenta con seguro social porque a la consideración burocrática del estado realmente " No trabaja". El colmo resulta que cuando los encuestadores del censo Nacional de Hogares le preguntan en qué se ocupa, ella que realiza enormes esfuerzos, diga: el que trabaja es mi marido, yo estoy aquí en la casa.


Como si el administrar la casa no fuera trabajo: Lavar, planchar, cocinar, enseñar, concurrir a las asambleas del comité de barrio, ir al curso de confecciones y finalmente atender a su marido. El marido trabaja ocho horas.


Ella catorce a dieciséis. Los hijos estudian ocho horas numéricas. Mamá en casa amarra las ollas para alimentar a sus hijos. En Piura no podemos decir que existe igualdad y equidad en el trato a los hombres y a las mujeres. Basta observar la cara desencajada que muestran los padres en el registro cuando tienen que inscribir a una "chancletita".


Observen también como se condiciona el juego de las niñas. La niña que juega fútbol es una sospechosa "marimacho" y la que domina las ciencias, es probable que encuentre dificultades para acceder a un trabajo. Que conste que hay municipios y gobiernos regionales, en los que se prefiere "ingenieros" o "arquitectos" aunque hagan mal los expedientes.


A las mujeres profesionales se les tiene a menos y la burocracia les cierra las puertas porque son puntuales y responsables.


En la sierra de Piura muchos padres de familia son mezquinos con la educación de sus hijas. Para ellas es suficiente la primaria y es mejor que no sepan escribir. Una mala práctica es la elección de las reinas de belleza.


Nunca hemos visto a los reyes de la belleza mostrarse en alguna parte. Se trata a la mujer como un objeto y eso es una falta de respeto a su dignidad. Que conste que eligen reinas de belleza las universidades, las instituciones generosas llenas de buenas intenciones. En el fondo subyace el desprecio a la mujer.


A la mujer hay que amarla, a la mujer hay que respetarla, a la mujer hay que darle oportunidades laborales y educativas porque sus mejoras serán las mejoras del distrito, de la región y el país. Siempre en el "Día Internacional de la Mujer" se repite esa monserga, ese cuento repetido que los atributos femeninos son la entrega, la abnegación, la intuición intelectual, la agudeza y el ingenio.


Se dice que las mujeres son la reserva moral de la humanidad, sin embargo, estas declaraciones no guardan correspondencia con el poder y participación en la actividad social y política en la sociedad.


Muchas veces los homenajes a la mujer no son otra cosa que el maquillaje de una injuria. Recuerdo que el año pasado fui invitado a una ceremonia por el Día Internacional de la Mujer Una de las homenajeadas fue una monjita que hace su labor en el asentamiento humano San Sebastián de Piura. De la buena monjita se dijo de todo.


Que era amor y abnegación, que era un derroche de todo lo humanamente posible. Le entregaron un ramo de flores y un diploma. Hubo muchas fotografías. Al final la pobre monjita no tenía ni para el taxi para retornar a su convento. Nadie reparó en el enorme esfuerzo que para participar en esa ceremonia hizo esa noble mujer.


Por eso, a los homenajes hay que acompañarlos con iniciativas posibles que ayuden a las mujeres a ser escuchadas, a ser atendidas en sus necesidades, a ser respetadas. No olvidemos que con sus manos y sus corazones tejen la media de la esperanza en un Perú mejor.


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