martes, diciembre 09, 2008




Foto: Miguel Bellido


DOÑA LIDIA OLAECHEA


Enviudó a los 35, la mayor de sus tres niñas tenía solo 8 años. Mujer sin estudios, hizo chifles. Hija de hacendados expropiados, sufrió la presión social, sintió vergüenza. Las venció.



PIURA. Lidia no para de llamarme "hijito lindo", y recién me ha conocido. Lleva años sin dejar el segundo piso donde vive y no es que a sus 83 años no pueda ya caminar.


A Lidia no le gusta la calle, eso es lo que pasa. Va y viene por su casa, no para de supervisar la preparación de sus chifles; los más populares y los primeros que se comercializaron en todo el Perú. Sí, Lidia es una pionera. Pero, ante todo, Lidia es un amor.



Tuvo que hacer de todo para sacar adelante a sus tres hijas.De todo. Mi hija mayor tenía 8 años; la segunda, 4; y ella (Lita, quien ahora administra el negocio familiar), la última, se me quedó de tres meses. ¡Chiquititas!


¿Y usted qué edad tenía?Treinta y cinco.


Su esposo murió. Se quedó sola. ¿Qué oficio sabía hacer?No sabía hacer nada, corazón lindo, pero por el hambre y la necesidad, comencé a tejer. Me acuerdo, hijito lindo, que me levantaba a las cinco de la mañana y hasta las doce de la noche estaba teje y teje; hasta que el doctor me prohibió, porque mis ojitos ya no jalaban.


Sus padres, su familia, pudo haberla apoyado económicamente, pero justo se dio la Reforma Agraria y perdieron sus tierras.Pero como mi padre había hecho unas casitas, me dejó esta, gracias a Dios.


Le dejó este segundo piso.Sí, hijito lindo.


Lo convirtió en su centro de operaciones.Exactamente. Después de tejer, comencé a hacer adornos para matrimonios. Me iba bien. ¡Tenía muy buenas ideas! Dios es grande, ¡cómo me ayudó! -y el ánima de mi esposo, también-; me mandaban a hacer bastantes adornitos, de ahí la gente se cansó (de sus productos) y comencé a recibir pensionistas. Metía en un solo cuarto a mis tres hijas y los demás cuartos los dejaba para pensionistas de colegios, universidades…


Ese negocio no funcionó.No, hijito lindo. ¿Sabes qué? La gente se iba sin pagar… Era una desgracia, hijito lindo.


¿Cómo se sentía?Abandonada por el mundo entero (a Lidia se le ha quebrado la voz)…


Pero llegaron los chifles.Un sobrino me dijo… Como mi papá había vivido en el campo, había tenido su hacienda en Ocoto (Piura) y le gustaba celebrar su cumpleaños, le gustaba que le hagan fiesta -bien sonada era la fiesta de cumpleaños de mi papá-, invitaba a los banqueros, ¡a todos! Hijito lindo, ¡qué laberinto! Los señores bien borrachos…


Me acuerdo que había un sitio enorme, grandazo, donde se ponía el algodón, y ahí se emborrachaban los señores… y lo primero que pedían era los chifles. En ese entonces mi mamá tenía a unas mujercitas que sabían hacerlos, pero no eran ninguna novedad.


Mi papá mandaba a matar carneros, pero la carne (seca) no la ponían como ahora -en hilachitas-, sino en hilachas ¡grandes! La gente ¡cómo las comía! ¡Cómo se prendían de los chifles!… Y el sobrino del que te hablo, me dijo: "Tía, haz chifles. Vas a ver que te va a ir bien"… Y a mí, hijito lindo, me daba vergüenza.


Lo sé."Después de ser una hacendada, ¿a hacer chifles?", decía yo. "Pobrecitas mis hijas -decía-, después van a decir: ‘Ve, ahí van las hijas de la chiflera’".


Pero se mandó, y empezó con todo prestado.No tenía ollas, pero mi hermana Zulema tenía una bien grande y me la prestó.


Hasta entonces, si bien los chifles eran una tradición aquí, en Piura, nadie los había comercializado de manera independiente.Nadie, pues.


No solo eso: usted, en lugar de usar un cuchillo para cortar los plátanos, usó una peladora de verduras que le habían enviado de Estados Unidos.Exactamente. Yo allá tenía una sobrina, y ella me la trajo de allá.


Hoy, ese utensilio se ha hecho tan popular que en todo Piura hay réplicas e incluso los llaman: chifleras.Hay por todas partes, ¡pero ya no son como antes!


Me decía que al principio sintió vergüenza.¡Por mis hijas! ¡Pena me daba! Caracho, pero me llegó la necesidad. ¡Me llegó el hambre, hijito lindo!


¿Cómo la vergüenza, el qué dirán, nos pueden frenar, no?Esa es la verdad. Y ahora me siento ¡superfeliz! ¡Supercontenta! Porque aquí están mis chifles, y son los míos los que más busca la gente. ¡Todas las agencias los piden! Esos que ves ahí (a un lado de la sala de su casa), ¡todos esos están separados!


Venció el prejuicio.El hambre y la necesidad me hicieron vencerlo; y para hacer mi propaganda, ¿sabes qué comencé a hacer, hijito lindo? Como nosotros teníamos bastantes amistades -Julio, mi esposo, era ¡bien amiguero!-, comencé a llamar a mis amigas por teléfono…


Para remate, te digo que ni para el teléfono tenía yo. Mis hermanitos, como son tres, se juntaron y me pusieron uno, para que los llame si había algún apuro; y yo comencé a llamar a mis amigas.


No me puedo olvidar que a la primera que llamé -a mi amiga de la infancia, Olga Trelles-, le dije: "Olguita, hermanita, voy a comenzar a hacer chifles para vender, pasa la voz". "¡Qué! ¿Estás loca? ¡Cómo vas a hacer chifles!


Hay que poner alguna cosita, ¡un negocito entre las dos para que no hagas chifles!". "Olguita, no me desanimes, que ya estoy con la idea. Ayúdame a pasar la voz". "Ya, hermanita. Yo te voy a ayudar"…


Y así, comencé a llamar. Después se me fue la cosita del qué dirán (ríe), y puse un aviso en el periódico. Grandazos los ponía, ¡y con todo mi nombre! (ríe más)…


Hoy, a sus hijas, más que decirles: "Las hijas de la chiflera"; les dirán: "Las hijas de la pionera".¡Las hijas de la pionera! (ríe)… Así ha sido mi vida, hijito lindo.


Si su marido no fallecía, quizás el Perú entero no habría llegado a conocer los chifles.¿No es cierto? Sí, hijito lindo, porque nosotras fuimos las que sacamos los chifles. La verdad que sí: las pioneras, somos, hijito lindo. Sí.


¿Y cómo se siente?Superfeliz y dando gracias a Dios porque he podido sacar a mis hijas adelante, ¡y hasta ahora! Porque hasta ahora nos seguimos sosteniendo con los chifles.


¿Qué dicen ahora sus amigas?Ellas fueron las primeras en ayudarme, pero compraban poco, porque como te digo: antes no eran tantos los deseos de comer chifles, casi no se conocían… ¿Tú eres de acá?


No, somos de Lima.¿De Lima vienen?


Venimos en busca de mujeres luchadoras como usted.¡Ah, ya! Gracias… ¿Y cuántos días van a estar?


Esta noche nos vamos…¡Calla la boca! ¿Tan rápido? Hay, qué pena, hijito lindo.


¿Cuál cree que ha sido el secreto de su éxito?¡Cuál sería pues! El hacerlos bien, me imagino… El pasarle la voz a mis amistades, el haber sacado mi aviso en el periódico, y el hacerlos bien ricos.

Y haber perdido la vergüenza.Verdad que sí… Es por eso que hasta ahora estamos haciéndolos, hijito lindo de mi corazón.


Qué tontos son los que se dejan frenar por el qué dirán, ¿no?Hay que seguir adelante, hijito lindo, porque esa es la forma.


CHIFLES OLAECHEA-

Doña Lidia -"con 25 platanitos y un cuarto de kilo de carne"- empezó a hacer chifles en 1969. Hoy, a diario emplea unos 1.400 plátanos.


Ha dejado la batuta en manos de su hija menor. - Solo los comercializa en Piura. Hay empresas que le ha planteado trabajar en sociedad, pero usando otra marca. Ella y su hija han desistido.


FICHA

Nombre: Lidia Vega de Olaechea.

Colegio: Lourdes, en su Piura natal.

Estudios: "Solo la media completa".

Edad: "¿Ahorita? 83 años, señorcito lindo, que ya me pesan bien feo".

Cargo: Fundadora de Chifles Olaechea.

Desde el 2002 la administración está a cargo de su hija Lita. "Pero yo por ahí me meto a hacer algo (en la empresa), ¿sino qué me hago en la casa, hijito de mi corazón? ¡Me aburro!"

1 comentario:

Anónimo dijo...

En esta foto :
http://2.bp.blogspot.com/_RfTcAry9nIc/SMk4AQbFJsI/AAAAAAAADwg/5G06bxA__B0/s1600-h/ahora.JPG corresponde a chifleria yamilek no la de la señora lidia olaechea .
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